lunes, 25 de agosto de 2008

"Para bailar esto es una bomba, para gozar esto es una bomba..."


Decir por ejemplo que a las 9 A.M ya estoy en pie, lavada y tomando una taza de café con platillo es una soberana mentira. No me siento en el pórtico a imaginar los rostros de personajes aun no nacidos o a realizar anotaciones sobre biografías de pintores franceses. Leo en la cama llena de migas la revista "Enturecto" que tiene como marca páginas una cuenta de chilectra. Es medio día y mi pequeño hijo esta aburrido de jugar solo en el patio. Me pide de regalo una trompeta -ha visto en una vitrina de Viña los bronces y solo piensa en poder tocarlos-. Aquí en Valparaíso llueve y yo estoy en mi cama al medio día y no estoy pensando en pintores franceses, estoy cesante con la mente puesta en el año 2000, estoy pensando a la inversa de aquellos años en que yo y mis amigos creíamos en el oficio de los poetas, estoy pensando en mi odio acumulado por haber jugado a ser como los Neochilenos de R. Bolaño, estoy pensando con la cabeza a mil por hora, en el nombre de la banda "Niños con bombas", en el Bar "Minato" y en su faceta marginal. Atónita frente a la honestidad o simplicidad de mi egoísta tristeza, estoy ardiendo en pensamientos siniestros: El alcohol consumido, en la mala poesía, las putas viejas y las demasiado jóvenes que me quieren, en los amigos borrados, la música que ya no escucho. Estoy pensando en mi condición y mis aptitudes, una paradoja constante.

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