lunes, 18 de agosto de 2008

Beijín 2008



China y el gran dragón dorado de Beijing estiran su espalda y desfilan, orgullosos de la labor custodiada: el crecimiento económico expancionista y el millón de amigos regados por el mundo, países pequeños que urden secretamente planes para descabezar su imperio de bonanzas y bailes milenarios.
Es verdad, por más que ansíen bailar con la niña bonita, es ella la que pone las condiciones, por que su estrategia brillante de lozanía encandila en todas direcciones. No es el milagro japonés ni la exuberante Corea del Sur, esta vez y después de esperar inmersa en los proverbios más sencillos es ella quien domina el panorama oceánico, la visibilidad de las costas en océanos de zapatillas, juegos de loza, lámparas de papel. China comprendió que la apertura era su camino secreto en el bosque, que los índices macroeconómicos de crecimiento sostenido durante diez años obligarían a sus cazadores a convertirse en sus pretendientes. Miró calma sus banderas rojas y se sonrojo para que tomasen la fotografía perfecta, pero algo olvido. Olvido despejar la arenilla bajo sus pies de lirio, una cantidad de arrozales nauseabundos de confusas terrazas desoladas y hambrientas.
(La Gran China, hermosa y sofisticada a pesar de saberse vendedora de chiches se enfrenta a su prueba de fuego y para esta occidental ocasión debe mantenerse a la altura, debe derrochar capacidad energética y humana como solo la muralla lo había ameritado, y es que ha invitado a todos sus enemigos a comer a su mesa y hoy tiene tantas cosas que demostrar)
Sentada en la falda del dragón dorado, viste la mejor seda hilada con los secretos mejor guardados, a empedrado con jade todos los senderos de sus jardines llenando de peces cada charco que no pretenda ebullir. Ella debe mostrar que no solo pone sus ojos profundos en los vientres maternos y silencia con furia a sus propios hijos, debe además sacar a los tigres y a los pandas para que bailen con los invitados más descorteces, debe demostrar que no caerá aun que el trueno le asuste. China lo hace bien, su dragón se luce embobando al mundo entero y ella, señorona oculta en sabanas suaves, muestra su agilidad para acordonar el perímetro de la fiesta y el corazón de sus habitantes.

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